jueves, 3 de marzo de 2011

Psicosis

Apagó el vídeo y sacó la cinta del interior. La guardó en el estuche y la escondió bajo decenas de manteles para no volver a tener contacto visual con ella hasta devolverla a su proveedor habitual. La cara de Anthony Perkins seguía persiguiéndola en sus pesadillas. Nunca debió haberla alquilado.

Acababa de regresar de una intensa jornada maratoniana en el campo de entrenamiento y había decidio visionar su última adquisición antes de darse una ducha. Curiosamente, como Janet Leigh, ella también había sustraído una importante cantidad de dinero de la caja de caudales de la empresa. Escondió todos sus cuchillos en la despensa y guardó la llave bajo la tierra de una de las macetas del jardín. Se metió en la ducha y esperó a que una silueta negra apareciese tras las cortinas.

La encontraron un par de días más tarde. Estaba tirada en el suelo del baño bajo un charco de sangre. Las cortinas habían sido arrancadas en la caída y un cuchillo de carnicero brillaba junto a su cabeza. En el jardín, una de las macetas yacía con el tiesto de barro roto en cien pedazos. En la despensa, una colección de cuchillos impedían la hazaña de caminar descalzo sobre el suelo. Y sobre la mesa del salón, justo delante de un cajón abierto y bajo decenas de manteles desperdigados por el suelo, se encontraba el estuche de una cinta de vídeo con la película "Psicosis" en su interior. En ella se podía ver a un tipo enigmático en primer plano, con los ojos sedientos de sangre y el rostro cubierto con dos manos que avisaban del peligro.

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