Se agota el tiempo. La cera derretida ensucia la mesa y la llama tenue dibuja el rostro del silencio. Un trago de leche amarga devuelve a la realidad y su silueta se estrella en forma de sombra contra la pared. En su cabeza permanece la idea y en la noche reina la oscuridad. La luz sigue negando su presencia y aquella carta de amor yace a medias en el olvido de la mañana. Hace horas se levantó para escribirla y ahora maldice la decisión de pulsar aquel botón. Toma un bolígrafo y busca un papel. Tras él permanece un ordenador apagado y el infame olvido de no haber guardado los cambios a tiempo.jueves, 31 de marzo de 2011
Apagón
Se agota el tiempo. La cera derretida ensucia la mesa y la llama tenue dibuja el rostro del silencio. Un trago de leche amarga devuelve a la realidad y su silueta se estrella en forma de sombra contra la pared. En su cabeza permanece la idea y en la noche reina la oscuridad. La luz sigue negando su presencia y aquella carta de amor yace a medias en el olvido de la mañana. Hace horas se levantó para escribirla y ahora maldice la decisión de pulsar aquel botón. Toma un bolígrafo y busca un papel. Tras él permanece un ordenador apagado y el infame olvido de no haber guardado los cambios a tiempo.lunes, 21 de marzo de 2011
Contrastes
Los campos florecieron, el sol brilló en lo más alto, en los árboles crecieron los frutos, los pájaros cantaron melodías estivales, el trigo se convirtió en oro en lo alto de las espigas, el azul del cielo se tornó en turquesa, los ríos susurraban, los peces saltaban y los conejos brincaban felices en busca de un pedazo de hierba fresca con el que regresar a su madriguera. La casa del prado, descolorida y aviejada, desdibujaba el contraste de una primavera que daba pasa a un verano de esplendor. Dentro, junto a las cenizas de un fuego que hacía tiempo que no calentaba, el tipo del sombrero de paja apuraba una colilla y secaba sus lágrimas con la manga de la chaqueta raída. Todo daba igual. Estaba triste.
Los campos se marchitaron, la luz se ocultó bajo las nubes grises, los árboles quedaron desnudos, los pájaros regresaron al sur, la siembra se tornó en barbecho, el cielo se pintó de gris oscuro, el agua se volvió turbia, los peces se escondieron y los conejos se resguardaron en el silencio más absoluto. Una ráfaga de viento sopló sobre la fachada de la casa recién pintada de rojo que desdibujaba el contraste de un otoño gris que daba la bienvenida a un invierno amenazador. Dentro, junto a una chimenea resplandeciente entre troncos que ardían de pasión, el tipo del sombrero de fieltro se relamía los labios tras el penúltimo beso y arreglaba sus cejas con el fragor de sus dedos recién pulidos. Fuera, el mundo se rebelaba contra el sol y él era el hombre más feliz del mundo.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Una taza de té
La muerte llegó a la mansión como una visita inesperada. El viejo, fuerte como un roble y sano como una flor de primavera, había caído redondo sobre la alfombra persa del dormitorio. Se apagaron los sonidos, las banderas ondearon a media asta y la región guardó dos días de riguroso luto.Los hijos, más alterados que compungidos, prepararon un funeral con honores y lloraron lágrimas de confusión. La tormenta se desató cuando el abogado leyó el testamento. Al parecer había una jovencita en el pueblo que había despertado las pasiones del difunto. En su cama había encontrado compañía y a cambio había engrosado su patromonio con todas sus propiedades.
lunes, 7 de marzo de 2011
Herido de dolor
Regresó a casa herido de dolor. Los recuerdos, tesoros ocultos que quemaban su ego, se agolpaban sobre el filo de sus ojos. Las lágrimas se desprendían como pétalos de otoño y los dientes se apretaban en una mueca de rabia. Insolente ante el destino, acuso al aire de sus desgracias y escupio al cielo una saliva que murió en la tierra. Los muebles estaban llenos de polvo y el sofá era un ataud vacío sin su presencia.jueves, 3 de marzo de 2011
Psicosis
Apagó el vídeo y sacó la cinta del interior. La guardó en el estuche y la escondió bajo decenas de manteles para no volver a tener contacto visual con ella hasta devolverla a su proveedor habitual. La cara de Anthony Perkins seguía persiguiéndola en sus pesadillas. Nunca debió haberla alquilado.