martes, 5 de mayo de 2009

La máquina del tiempo

Esto de viajar en el tiempo es mucho más complicado de lo que pensaba. Primero me mandan en misión ultraimportante, que salve a Jesucristo de ser clavado en la cruz puesto que, según ellos, la humanidad no podía consentir que su redentor tuviese una muerte tan cruel. Y yo, que intentaba explicarles que uno es redentor por algo, me tuve que ver vestido de romano de la época y cargándome a Poncio Pilatos antes de que le preparasen la jofaina. Una faena aquello de cargarse a un superior, porque además de actuar en la clandestinidad te tienes que ver para siempre marcado en los libros de historia como un desconocido traidor. Y resulta que después de regresar a casa con las manos manchadas de sangre y el redentor libre de la expiación forzada, me piden que regrese porque la humanidad no supo que religión inventarse y andaban unos con otros, entre asesinatos y orgías, dejando en simple broma aquello de las reconquistas y las limpiezas de sangre.

Vuelta a empezar, a llenarle la jofaina al goberndor de Judea para que pudiese lavarse las manos con total impunidad y pudiese dejar al pueblo que liberase de la tortura a ese ladronzuelo de Barrabás.

Y ahora me piden que rescate a Kennedy de la bala que le va a destrozar la cabeza una solead de tarde de 1963. Dallas es una ciudad demasiado fea para motivarse y yo soy demasiado tonto por aceptar estas misiones. Cuando regrese pienso pedir unas vacaciones de siglo XXII como Dios manda. A ver cómo demonios soy capaz de fastidiarles esa cortina de humo que se han montado con Lee Harvey Oswald. Sería más fácil comprarle un casco al presidente y convencerle de que no se lo quitase durante todo el desfile. Me encerrarían por loco, pero salvaría una vida. Me acerco a la valla que rodea el perímetro de la comitiva y desquebrajo tres tiros contra dos tipos armados con escopeta. Menudo revuelo.

Vuelvo a casa y hojeo las páginas de mi enciclopedia. Esto de cambiar las letras de la historia en cada viaje es un fastidio porque me cuesta horas ponerme al día de lo sucedido. Kennedy murió a los ochenta años, retirado en el Caribe y con dos mozas de buen ver haciéndole compañía. De aquel día en Dallas hablan de un chiflado que atentó contra la integridad del presidente matando a dos agentes de la CIA. Madre de Dios. Vuelvo a ser un traidor en paradero desconocido. Qué poco agradecida es la historia con quien consigue cambiarla.

1 comentario:

Sagra dijo...

Jajajaja joer nn que historieta ts chulas que te inventas. ésta me ha encantado porque es super original, que grande eres.