Pedro vivía entre constelaciones desde que terminó de ver la primera temporada de "Los caballeros del Zodiaco". A menudo, mientras visitaba a sus abuelos y recorría calles de insalubre soledad, jugaba a esconderse entre los coches e imitar a Seiya mientras reunía toda la fuerza que Pegaso era capaz de administrarle.jueves, 28 de mayo de 2009
Entre constelaciones
Pedro vivía entre constelaciones desde que terminó de ver la primera temporada de "Los caballeros del Zodiaco". A menudo, mientras visitaba a sus abuelos y recorría calles de insalubre soledad, jugaba a esconderse entre los coches e imitar a Seiya mientras reunía toda la fuerza que Pegaso era capaz de administrarle.lunes, 18 de mayo de 2009
Casa para doce, trabajo para una
Mariana tenía el cielo ganado desde hacía ya varios años. Se casó tan joven como sus ansias se lo permitieron y pronto se convirtió en una conejita alumbradora de criaturas. Hasta cuatro salvajes fueron saliendo de su cuerpo hasta que la economía dijo basta y la paciencia dijo esta es la mía. A los quehacere como madre, añadió siempre los de esposa responsable y abnegada. Faltaría más para una mujer de su casa educada en el seno de una familia católica y apostólica. Lo de la comunión diaria lo dejó a sus antecesores pues para ella el tiempo signficaba más oro que sermones.jueves, 14 de mayo de 2009
La reina del instituto
Durante años fue la reina del instituto. Paseaba su porte de tía buena por los pasillos y dejaba regueros de babas cuales ríos de asombro por el embaldosado. Ligaba con los más guapos y, a menudo se la podía encontrar en la parte de atrás del patio de recreo probando los labios del más macarra de la clase.sábado, 9 de mayo de 2009
Tercer dan
Alguna vez supo utilizar los brazos como método de defensa. Hubo una época en los que se jugaba más honor que satisfacción en cada uno de sus combates. Desde que descubrió el Karate, se había formado espiritualmente como un joven equilibrado y competitivo. No tardó en ganar campeonatos porque su aprendizaje era más pasional que causal. Encaraba los desafíos con el aplomo de los invencibles y la mirada asesina de quien visualiza la victoria, era un campeón entre los campeones y un ejemplo para las generaciones venideras.martes, 5 de mayo de 2009
La máquina del tiempo
Esto de viajar en el tiempo es mucho más complicado de lo que pensaba. Primero me mandan en misión ultraimportante, que salve a Jesucristo de ser clavado en la cruz puesto que, según ellos, la humanidad no podía consentir que su redentor tuviese una muerte tan cruel. Y yo, que intentaba explicarles que uno es redentor por algo, me tuve que ver vestido de romano de la época y cargándome a Poncio Pilatos antes de que le preparasen la jofaina. Una faena aquello de cargarse a un superior, porque además de actuar en la clandestinidad te tienes que ver para siempre marcado en los libros de historia como un desconocido traidor. Y resulta que después de regresar a casa con las manos manchadas de sangre y el redentor libre de la expiación forzada, me piden que regrese porque la humanidad no supo que religión inventarse y andaban unos con otros, entre asesinatos y orgías, dejando en simple broma aquello de las reconquistas y las limpiezas de sangre.Vuelta a empezar, a llenarle la jofaina al goberndor de Judea para que pudiese lavarse las manos con total impunidad y pudiese dejar al pueblo que liberase de la tortura a ese ladronzuelo de Barrabás.
viernes, 1 de mayo de 2009
Vencedores y vencidos
Temblaba de frío, tenía los pies sucios y la cara marcada por el sufrimiento. Observaba a los Guardias Civiles en silencio, con una mezcla de temor y hambre; miedo por resultar demasiado indiscreto con su mirada, hambre porque hacía más de dos días que no encontraba un trozo de pan duro que echarse a la boca. La vida en el monte era demasiado dura para un niño de nueve años que apenas había aprendido a leer su nombre. La crueldad de una guerra que no entendía le había dejado en la calle y mientras esperaban noticias desde el frente, se veía obligado a vivir sin padre y con una madre que se dejaba las manos arrancando chupones para fabricar un pedazo de carbón. Decían que la guerra había terminado y que pronto regresarían todos a casa. Los que, como su padre, se habían mostrado contrarios al levantamiento militar, terminarían muertos en cualquier cuneta de España y de tal manera lo hacían saber los Guardias Civiles mientras se acomodaban en dos piedras para dar cuenta del botín. No hacía más de dos horas que el tío Alfredo había cazado un conejo despistado entre las jaras de la sierra. Con medio litro de agua, un poco de aceite y dos patatas medio comidas por los ratones, habían conseguido cocinar un guiso que, aunque escaso en cantidad, olía al más exquisito de los manjares. Fue cuando estaban a punto de probarlo cuando irrumpió, cruzando el camino, la pareja de la Guardia Civil, con sus solemnes capas y sus imperiosas montaduras. Se levantaron presos del pánico, aduciendo en su memoria las terribles historias que les habían contado y les dejaron acercarse hasta la sartén. En silencio, les vieron devorar el guiso y chupar todos los huesos del conejo sin dignarse siquiera a ofrecer un triste bocado. Les observaron comer entre lágrimas y entre rencor y miedo les vieron marcharse por donde habían venido. Se hizo la noche y hubieron de acomodarse en el suelo en un chozo cubierto de barro. No había nada que comer y mucho por trabajar. España ya era un país de vencedores y vencidos y a ellos les había tocado el lado de abajo de la balanza.