
Tú vivías para él y él era el dueño de tu sonrisa. Tú te estrellabas contra su incapacidad y él te conducía hacia el abismo. Tú que te compraste un chalet en la orilla de su perdición, él que te encontró en el lugar incorrecto. Tú que eras él en cada fracaso, él que eras tú tras cada llanto.
Nosotros que no fuimos, vosotros que quisisteis. Nosotros que soñábamos, vosotros que despertásteis. Nosotros que alquilábamos recuerdos y vosotros que vendísteis la memoria. Nosotros que perdimos el beso, vosotros que ganásteis la partida.
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