martes, 15 de septiembre de 2015

Como un templo

- Normalmente las personas que no saben lo que quieren pueden llegar a ser las más nocivas. En su indeterminación pueden llegar a utilizarte, hacerte creer que te necesitan y lo que realmente necesitan es no sentirse solas. Puede que un día se den cuenta de que te querían por interés y que lo que realmente les hace feliz es otra compañía. Otra persona que les enseñe lo que realmente han querido ver durante toda su vida.

- Una verdad como un templo.

- Es por eso que, cuando te traicionan, sienten vergüenza de ellos mismos porque no son capaces de mirarte a la cara y darte una explicación. Ni ellos mismos lo saben realmente. Creían que estaban contigo por alguna razón y lo que realmente querían es no estar solos. Las personas que no tienen claro lo que quieren nunca darán la cara en el error porque ellos mismos sabían lo que hubiese podido ocurrir y sienten vergüenza al reconocer que no llegaron a avisarte a tiempo.

- Una verdad como un templo.

- Es difícil dirimir con ellas cuando el daño ya está hecho. Mucho más difícil es pedirles perdón porque te sientes traicionado y la traición es el peor daño para el orgullo. Y todos sabemos que en el orgullo reside nuestra particular dosis de energía personal, es el motor sobre el que proyectamos nuestros planes cada mañana. Y sin orgullo no somos más que juguetes rotos en manos del tiempo.

- Una verdad como un templo.

- Lo más triste de la situación es que la cobardía les lleva al silencio y al alejamiento y al final te enterarás de la noticia por terceras personas. Para ellos será duro pero en el fondo será fácil; tendrán que lidiar durante unos días con su conciencia, pero después se esconderán para siempre y, en su nueva estancia feliz, terminarán olvidándose de todo y si te he visto no me acuerdo.

- Una verdad como un templo.

- Anoche vi a tu mujer besándose con otro hombre en la cafetería de la estación.

- ¿Eso es verdad?

- Como un templo.

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