jueves, 25 de noviembre de 2010

Regreso a casa

Todas las tardes regreso a casa después de mis partidas de mus junto a mis antiguos compañeros de oficina. Desde que no tengo nada que hacer me resulta más fácil pensar y más difícil regresar para volver a verte.

Hace tiempo que te veo charlar con otra gente, que no te escucho mencionar mi nombre e incluso has quitado mi retrato de la mesa del salón.

El otro día quemaste el poema que te escribí mientras contemplaba tu rostro en el bosque. Estabas preciosa con aquella flor sobre la oreja.

Lo hacías mientras hablabas por teléfono y asegurabas que yo había sido el mayor error de tu vida.

Hoy has dormido con otro hombre y le has dicho aquellas dos palabras que a mi tanto me gustaba escuchar cuando salían de tu boca.

Ya no sé si creerte. No has cumplido la última promesa que me hiciste. Fue el día después de que el autobús de empresa que nos llevaba a la convención cayera por un precipicio.

Mi cuerpo estaba en aquel ataúd pero yo te podía ver perfectamente desde aquí arriba.

El negro te sentaba tan bien.

Aún recuerdo como te arrodillaste sobre la caja y prometiste que nunca me olvidarías.

Te va a crecer la nariz maldita hija de puta.

No hay comentarios: