“Igual
que el gato”, decía Tomás. Aseguraba tener poderes gatunos y nos convenció a
todos de que era capaz de lanzarse desde la azotea y caer de pie. Todos
sabíamos que estaba loco, pero nos gustaban sus excentricidades. Un día era
perro y mordía a un señor mayor, otro día era ardilla y se subía a un árbol y
otro era elefante y arrasaba por donde pasaba, pero aquello del gato superaba
todas las expectativas. Se asomó al borde y calculó la distancia. “Miau”, dijo
antes de saltar. Cuando bajamos, y comprobamos que no había caído de pie sino
de cabeza, nos fuimos decepcionados. Incluso Abel llegó a decir “pues también
es mentira que tengan siete vidas”.
Arrasados
Hace 4 días
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