jueves, 4 de julio de 2013

Una gota de sangre seca



Salvo quizás, por esa casi imperceptible gota de sangre seca que pude ver reflejada en el espejo. De haber dejado escapar el detalle estaría desterrado ante cualquier amanecer. Me habían condenado por haber matado a la madre del maestro y no sabía como demostrar mi inocencia. Realmente yo había estado allí la noche de autos, como mensajero sumiso entregando a la dama su pastel de cumpleaños. Pero más allá de mi invisibilidad en el reflejo pude observar aquella mancha  perdida en el cabecero de la cama, y todos saben que desde que soy vampiro nunca dejo una gota sin rebañar.

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