lunes, 16 de julio de 2012

Alimento para serpientes

La serpiente me quedó más gorda de lo previsto y tuve que idear un plan. En la casa no quedaba un ratón, pero fuera esperaba la rata más grande que había conocido. Mi mujer gritó, "¡Abre!", y yo tapé el doble fondo del armario. Abrí la puerta y allí estaba la rata con su gesto desagradable. La serpiente no podía moverse y yo necesitaba alimentarla. La invité a pasar y le enseñé el secreto del armario. Regresé al salón. Mi mujer preguntó, “¿Quién era?”. “Nadie”. Miró el reloj, eran las cinco. “Qué raro, mi madre dijo que vendría a tomar café”.

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