miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tobías

Todavía algunas veces huele a sangre. Todavía puedo sentir la presencia de Tobías sobre mi regazo; sus pies de bailarín, su nariz escudriñadora, su espalda contra mi pecho. Mi abuelo siempre mataba un cabrito en vísperas de pascua y aquel año dijeron que no había podido ir al corral del tío Luis a por uno. La crisis, trataban de explicar mis padres mientras lamían una cuchara pringada en miel. Nos sentamos a la mesa y sirvieron las chuletas. Mi madre me dijo que era ternera, pero a mí me seguía sabiendo al mismo cabritillo de todos los años. "Tonterías tuyas", dijeron. Apuraron el vino y me mandaron a la cama. "He cenado bien", pensé y mientras cogía el sueño me acordé del cordero Tobías. Hacía un par de días que no le veía revolver la paja del corral.

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