Temblaba, se ahogaba, lloraba.
- Sólo he cumplido tus deseos.
Entonces recordó la conversación. Todo había parecido tan trivial que no le había dado importancia. Se conocieron hacía seis meses, se besaron hace cinco y se hicieron el amor hace tres. Y desde entonces, cada jueves, acudían puntuales a su cita de habitación de hotel.
Aquel día ella le había dicho: "Quizá si mi marido no existiese tú y yo seríamos felices".
Y su marido ya no existía.
Y él, satisfecho por el deber cumplido, la observaba complacido.
- Sólo he cumplido tus deseos.
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