Ese maravilloso viaje que
le habían prometido olía a flores. El aire que entraba por la ventanilla le
refrescó la sonrisa y, desde el asiento del conductor, le llegó la voz de su
tío; “Sube el cristal”. Echaba de menos las palabras de papá y los besos de
mamá ¿Por qué no habían querido viajar con él a la montaña? Seguro que le
estaban esperando para darle una sorpresa. Pero arriba sólo había una mujer y
un edificio de piedra. Los siguió en silencio mientras pensaba si aquello del
orfanato era el nombre que allí le daban a los hoteles.
Resurrección
Hace 1 semana
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