Aquella tarde, papá, regresó a la tumba entristecido. Cada primero de mes
visitábamos el cementerio y le contábamos a mamá nuestras cosas. Desde que
conoció a aquella otra mujer sonreía más de la cuenta. Le contaba lo bien que
hacía las croquetas, lo que le gustaba viajar al pueblo y como dormía abrazado
a él cada noche. “Todo igual que tú, cariño”. Pero aquella tarde el semblante
estaba ensombrecido. Dejamos las flores y nos abrazamos. Me aparté unos metros
y les dejé solos. “Apreté lo más fuerte que pude, cariño”, dijo. “Pero no supo morir como tú”. Suspiró. “Qué desilusión”.
Resurrección
Hace 1 semana
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