jueves, 26 de abril de 2018

Al otro lado de la ventana

Y al otro lado de la ventana, nada de nada; ni enemigos, ni amigos, ni palabras, ni sombras. El
desierto, las huellas de un camello y, sobre el alféizar, dos cargadores llenos. La luna era llena, pero los sueños eran vacíos. Imposible seguir soñando, imposible cerrar los ojos sin rememorar de nuevo el instante, el terror en la mirada, la súplica en la voz. La orden de partida llegó con el alba. Dejó la litera y quiso no regresar jamás. Los cadáveres se amontonaban en el patio y los silencios desfilaban bajo cabezas agachadas. Lo habían llamado misión de paz.

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