De la rutina insípida de
su oficina surgieron hadas y unicornios, tras la fotocopiadora había un
licántropo y en la sala de juntas vivía un vampiro que se escondía en el
armario cuando encendían la luz. A
veces, del despacho del director salía un demonio y en la mesa de la secretaria
se sentaba una mantícora. Lo peor fue cuando apareció el dragón. Parecía
enfadado y harto de redactar informes. Y entonces no quedó nada. Papá regresó a
casa con una carta de despido. Tenía una sonrisa pintada en la boca y la camisa
nueva quemada por la manga.
Resurrección
Hace 1 semana
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