Ninguno de los niños que
había en el arcón era Tomás, lo verificó Toby con su olfato infalible. Como
premio le dimos un brazo y un trozo de peroné. Mientras mascaba, caímos en la
cuenta de que no tenía puesto el collar. Buscamos por toda la casa, intrigados
y, como última opción, regresamos al arcón. Allí estaba el collar, también
Tomás y una cabeza de perro idéntica a la de Toby. La puerta del sótano se cerró
y nos dimos la vuelta. Allí estaba el perro que mascaba el hueso y la carne.
Los ojos tan rojos como los dientes y una mueca en el rostro que hubiésemos
jurado que era una sonrisa.
Competencias
Hace 1 día
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