La maleta junto a la puerta, el umbral sombrío bajo los pies, la media sonrisa ahuecada bajo la nariz, la lágrima perdida resbalando por la mejilla, el pelo alborotado, los pendientes de casada, el anillo de compromiso, el alma rota y el corazón cosido a retazos. Y a dos metros él, arrodillado, arrepentido, desolado, llorando, clamando, suplicando.
- Te quiero. - Le dijo, buscando en la frase imposible la baza desesperada.
- Tarde. - Contestó ella encontrando en la réplica la más dulce venganza.
Y entonces cerró la puerta, salió a la calle e hizo rodar la maleta en dirección a su casa, donde la esperaba su marido.
1 comentario:
Andá! Parece q se pira pq el marido le ha puesto la cornamenta y le das la vuelta a la tortilla en la última frase, que bueno eres!
Publicar un comentario