jueves, 9 de abril de 2015

Respuestas

- Yo sacaba brillo a la cubertería. - Dijo la sirvienta.
- Yo engrasaba el motor del coche. - Dijo el chófer.
- Yo servía el te en la salita. - Dijo el mayordomo.
- Yo regaba las plantas. - Dijo el jardinero.
- Yo organizaba la compara semanal. - Dijo el ama de llaves.

Y el caso es que el trapo de pulir estaba en el bolsillo del mayordomo, la mancha de grasa en la solapa de la sirvienta, la gota de té en el pantalón del jardinero, los restos de césped en los zapatos del ama de llaves y la raya de tinta en la mano del chófer.

La mancha de sangre seguía en la alfombra, el cadáver seguía sin aparecer y la sonrisa se dibujaba en los labios de la sirvienta, en los del chófer, en los del mayordomo, en los del jardinero y en los del ama de llaves.

Y también en los de la mujer. Y en los del hermano. Y en los del padre. Y en los del hijo. Y en los de la sobrina. A pesar de que una tenía el pelo recogido como lo hacen las sirvientas para llevar la cofia. Otro tenía las uñas negras como el chófer que revisa el motor cada día. Otro las uñas pulidas como un mayordomo eficaz. Otro las manos curtidas como el jardinero que tala la hierba. Y la otra los ojos pintados como un ama de llaves que trata de aparentar buena imagen ante el amo por más que este no muestre jamás un sólo gesto de agradecimiento.

1 comentario:

maduixeta dijo...

Muy bueno, de verdad!

felicidades
una lluvia de besos