Salvo quizás, por esa casi imperceptible gota de sangre seca que pude ver
reflejada en el espejo. De haber dejado escapar el detalle estaría desterrado
ante cualquier amanecer. Me habían condenado por haber matado a la madre del
maestro y no sabía como demostrar mi inocencia. Realmente yo había estado allí
la noche de autos, como mensajero sumiso entregando a la dama su pastel de
cumpleaños. Pero más allá de mi invisibilidad en el reflejo pude observar
aquella mancha perdida en el cabecero de
la cama, y todos saben que desde que soy vampiro nunca dejo una gota sin rebañar.
Yoísmo
Hace 1 semana
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