miércoles, 10 de enero de 2024

Transformación

Querido diario.

No sé por qué me he levantado más extraño de lo normal. Podría decir que es resaca, pero la fiesta de anoche no se alargó más de lo acordado. Aun así, siento una sed inmensa y la cabeza me da vueltas como una peonza. Por más que trato de recordar no encuentro el momento exacto en el que me fui a la cama y eso que no bebí más que un par de cervezas.

Lo último que recuerdo fue la visita de los dos hombres extraños que pasaron sin llamar y comenzaron a arrasar con todo. Entre todos los disfraces de la fiesta de Halloween los suyos eran, sin duda, los más trabajados. Empezaron a echar espuma por la boca y la gente comenzó a reír. Fue divertido. El horror comenzó cuando uno de ellos agarró a una chica y le devoró el cuello. Entonces todo el mundo empezó a correr.

Creo que a mí no me dio tiempo a escapar. Uno de los tipos me abrazó fuerte y no tardé mucho tiempo en sentirme dentro de un extraño letargo. Sigo teniendo sed, pero el agua no sacia mi boca seca. Me sigue dando vueltas la cabeza, pero no hay descanso que apague mi desazón.

Parece que las cervezas me dieron poder, que no necesito seguir escribiendo una vida tediosa sobre un simple papel en blanco y que, a partir de hoy, hablaré en voz alta. O pensaré, porque tampoco soy capaz de articular una sola palabra inteligible más allá de estos extraños sonidos guturales.

No sé por qué me mira así mi vecina. Yo en el espejo no me he visto tan mal, y total, después de tantos años pidiéndole sal, ya era hora de llamar a su puerta para pedirle un poco de carne fresca.

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