Cuando, como cada tarde,
regrese su padre, dejará los juguetes, correrá a darle un beso y le preguntará
quién es esa mujer que vive en la habitación de al lado.
Él no sabrá contestarle,
pagará a la canguro y, antes de hacer la cena, recogerá los trastos y recreará
con dos pequeños coches un choque frontal. En el último momento uno de ellos
esquivará al otro y la familia llegará feliz a su destino.
La habitación está a
oscuras y la máquina sigue enchufada. Se pregunta si, antes de apagarla,
debería enseñarle a su hijo a decir la palabra “mamá”.
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