- ¡Mira mamá, un diente!
- Déjalo bajo la almohada y el Ratoncito Pérez te dará una sorpresa.
Volví a reprocharle la frase.
- Solamente enseñas al crío a creer en tonterías.
Me miró de soslayo y me tendió el vaso de agua.
Desperté a mediodía. Me encontraba solo y en la mesilla descansaba el
vaso de agua y un blister de somníferos al que le faltaban tres pastillas. Bajo
la almohada, el diente de mi hijo y una nota escrita con mayúsculas.
“Nos vamos a un lugar donde creer en tonterías”.
Firmado, el Ratoncito Pérez.
1 comentario:
Interesante y muy sugerente texto Pablo, da que pensar.
Me gustaria que intercambiásemos enlaces, yo ya te añadí a mi Blogroll. Este es mi blog:
http://deacuerdoqueno.blogspot.com/
Un saludo!!
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