lunes, 19 de enero de 2015

Un número memorizado


La cena se enfriaba en la mesa y yo seguía contando los minutos. Hacía cincuenta que había salido del trabajo, cuarenta que había empezado a hacer la cena, veinte que debería haber llegado y diez que había empezado a preocuparme. Algunas veces me llamaba para advertirme que le había surgido algún imprevisto; "gajes del oficio", me decía, "es lo que tiene ser médico". Aquella vez no me había avisado. Sonó el teléfono y comprobé, en la pantalla, que era el número del hospital que tenía memorizado. Inmediatamente supe que no era ella la que llamaba.

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