Sintió la manifestación alejarse y permaneció inmóvil. Conservaba la flor prendida tras la oreja pero no encontraba la fuerza suficiente para expresar su rabia. La ciudad se había convertido en un caos, el cielo irradiaba luz y el eco de las protestas engalanaba un ambiente irrepetible. Había soñado un momento como aquel durante toda su vida y ahora que lo había encontrado le faltaban fuerzas para aferrarse a su instinto. Una gota asomó sobre sus ojos y sintió desprenderse la flor. En apenas un segundo el cielo se tiñó de rojo y un brazo uniformado la sujetó para arrastrarla hacia el calabozo.
Resurrección
Hace 1 semana
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