martes, 24 de noviembre de 2009

Sin pecado concebida

- Podéis ir en paz.

El padre Montero terminó su homilía y recogió los bártulos. Aún palpitaban en su interior las últimas palabras de su querida madre. La habían matado cruelmente por un puñado de monedas de oro. De haberlo sabido, él mismo habría arrojado aquella colección a la basura o, aún mejor, la hubiese donado a alguna obra de caridad. No podía sobrellevar la culpabilidad por haber dejado a su madre sola, tan lejos de su destino y sin el amparo de un hijo en el que gustaba alojar sus temores. Temía a la muerte y la muerte la había encontrado sola, mientras veía su programa favorito y un alma malvada había irrumpido en su casa con palabras engañosas para hacerse con la famosa colección de monedas antiguas que llevaba con la familia durante más de seis generaciones.

Habían encontrado al culpable y lo habían ejecutado, a sangre fría sin que le hubiese dado tiempo a arrepentirse. Seguramente, después de tratar con Dios durante un par de horas de meditación, hubiese llegado a la conclusión de que el perdón debía haber sido merecido en el caso de haber sido solicitado. Pero no llegó a serlo. Le encontraron con las monedas en el cajón de su armario y el cuchillo, aún ensangrentado, con el que había asesinado a su madre.

Encontró a un hombre esperando en el confesionario.
- Ave María purísima. - No podía ver su rostro.
- Sin pecado concebida.
- Padre, me mata la culpa.
- Qué hiciste, hijo.
- Yo maté a su madre.

Sintió desvancerse. La cabeza contra la madera y el sonido de mil campanas retumbando en sus oídos. Cuando quiso reaccionar el confesor ya se había marchado. Dos inquietudes le hacían estremecer desde el alma hasta el corazón. La primera era una certeza por sus votos y se llamaba "secreto de confesión". La otra era una duda casi certera que le impulsaba a salir corriendo y mandar toda su carrera al infierno. Quería pero no podía. No estaba seguro, pero hubiese prometido ante Dios que la voz que le había hablado era la misma que la del policía que había dirigido toda la investigación.

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