Aún podía recordar la sensación del dedo sobre el gatillo y el olor a pólvora volando con el viento. Calzaba botas de cuero y una fuerte brisa hacía girar la arista de sus espuelas. Se sabía perdedor de antemano en el duelo más desigual del condado y, aún así, había accedido retar al sheriff para saldar cuentas y romper lazos.
El sheriff vestía de negro y bajo su espeso bigote negro podía adivinarse el gesto serio de quien espera con ansia el momento de matar. El brillaba en el cielo sin calentar demasiado ya que el otoño había comenzado su habitual cuadro de cielos ocres y árboles secos. Un arbusto seco pasó volando entre ellos y ambos pudieron rozar, por un momento, la culata de sus revólveres.
Se acarició el rostro con una mano y sintió en sus dedos el afilado contorno de su barba rala. Clavó sus ojos azules en el corazón del sheriff y amagó un instante con sacar el arma. Apenas le hubo bastado un gesto cuando un disparo rompió el silencio y tiñó el duelo de sangre.
Aunque cayó al suelo por instinto, no tardó en comprobar que no tenía un solo rasguño. Con el revolver enfundado y el sombrero clavado en la arena, se levantó con extrañeza para comprobar como el sheriff yacía muerto en el suelo. No encontró a nadie más a su alrededor. Se habían citado en mitad del desierto para no tener que dar cuentas de la derrota ante nadie y, en apenas un minuto, había comprobado como había sido capaz de matar a su enemigo sin necesidad de desenfundar el alma.
Unos metros más allá, tras el cadáver, descubrió un brillo humeante que despejaba sus dudas. Se acercó hacia el sheriff y le arrancó la estrella del pecho. Clavó el alfiler sobre su camisa y caminó despacio hacia las dunas. Tendió una mano y ayudó a incorporarse al joven que permanecía escondido tras la arena con el revólver en la mano.
- Buen trabajo, hijo.
Ayudó al pequeño a subir al caballo y ambos galoparon juntos hacia la puesta de sol, imaginando como sería la vida en el pueblo sin el aterrorizante gobierno que había impuesto el antiguo sheriff.
1 comentario:
La justicia por su mano eh? Si es que ves muchas pelis del oeste, el bueno el feo y el malo, sin perdón...todo eso a lo que llamas clásicos del cine. Besazos
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